Si visitas Alemania y te preguntas qué ver fuera de Berlín, hay una zona fascinante de canales, ríos y bosques conocida como Spreewald, el bosque del río Spree. Además de su belleza natural, este lugar guarda una historia milenaria: la del pueblo sorbio, el grupo eslavo más pequeño de Alemania.
Aunque su nombre recuerda al de los serbios de los Balcanes, los sorbios o sorabos son una comunidad distinta que ha vivido durante siglos en el este de Alemania, conservando su lengua, su cultura y su identidad a pesar de guerras, divisiones y persecuciones. Su territorio histórico es Lusacia (Lausitz en alemán), una región que se extiende entre los estados de Brandeburgo y Sajonia, y que tiene en Spreewald uno de sus paisajes más emblemáticos.
A continuación, te contamos cinco claves históricas para entender quiénes son los sorbios y por qué su herencia sigue viva en el corazón de Alemania.
1) La caída del Imperio Romano y la llegada de los eslavos
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V, las tribus germánicas migraron hacia el oeste y los pueblos eslavos ocuparon estas tierras. Entre ellos estaban las tribus que pasarían a ser conocidas como los sorbios. Y sí, ese nombre puede sonar familiar: ¿sorbios?, ¿serbios?, ¿no es ese el nombre del pueblo eslavo que vive en los Balcanes? ¿Es solo una coincidencia?
En realidad, puede que no lo sea. Según una teoría respaldada por el historiador bizantino Constantino Porfirogénito, tanto los serbios balcánicos como los sorbios de Lusacia podrían tener un origen común. En el siglo VII, un grupo de eslavos procedente de una región llamada Serbia Blanca se dividió en dos migraciones. Un grupo viajó al sur a través de los Cárpatos hasta los Balcanes; el otro —antepasados de los sorbios actuales— se estableció al oeste, a lo largo del Elba medio. El historiador Heinz Schuster-Šewc señala que el término “serbio” podría haber significado originalmente “pariente” o “miembro del clan”, especialmente en las zonas fronterizas entre pueblos eslavos.
Hacia el siglo VI, las tribus sorbias llegaron a los ríos Spree y Neisse de Lusacia y se dividieron en dos grandes grupos.
Los lusacianos, antepasados de los sorbios de la Baja Lusacia, se establecieron en los humedales del bajo Spree y tomaron su nombre de ługi, la palabra eslava para “pantanos”.
Los milceni, más tarde conocidos como sorbios de la Alta Lusacia, se asentaron cerca del alto Spree, y su nombre proviene de měl’, que significa “suelo loésico”.
Una vasta zona boscosa deshabitada separaba a estos grupos. Otras tribus ocuparon tierras entre los ríos Elba y Saale, según registra el Geógrafo Bávaro en la Alta Edad Media.
El nombre “Lusacia” (Lausitz en alemán) probablemente proviene de la palabra eslava ług, que significa “laguna” o “pantano”, en referencia a la abundancia de agua en la región, alimentada por los ríos Elba y Spree.
Hoy en día, la mayor parte de Lusacia se encuentra en Alemania, dividida entre dos estados: la Alta Lusacia, que forma parte de Sajonia, y la Baja Lusacia, donde se encuentra el Spreewald, perteneciente a Brandeburgo.
Una pequeña parte de la región se extiende al otro lado de la frontera, en Polonia.
Para el siglo VI, el asentamiento sorbio llegaba al oeste hasta los ríos Elba y Saale, y al norte hasta lo que hoy es Berlín. Ese límite era conocido en latín como Limes Sorabicus.
La primera mención histórica de los sorbios aparece en el año 631, en la Crónica de los Francos escrita por Fredegario, que describe a los Surbi viviendo a lo largo del río Saale, en la frontera con la Turingia franca.
También menciona a su primer líder conocido: el duque Derwan, quien unió su territorio al Imperio Eslavo de Samo.
2) El Imperio Franco Oriental, la expansión germana y la cristianización de los eslavos
En el año 806, los Anales del Reino de los Francos registran la muerte de Miliduch, llamado “Rey de Serbia”, en combate contra los francos. Más tarde, en 932, el rey Enrique I conquistó Lusacia y Milsko. En 963, el margrave Gero volvió a someter la región. Un año antes, durante un banquete, Gero había asesinado traicioneramente a treinta príncipes sorbios, un acto que desató años de rebeliones. Estas conquistas se justificaban a menudo con la cristianización. En 968 se fundó el obispado de Meissen. Para asegurar la expansión, el Sacro Imperio Romano creó zonas fronterizas fortificadas, llamadas marcas.
En los siglos posteriores, aumentó la colonización alemana. Los colonos llegaban bajo la Ley de Magdeburgo y recibían privilegios legales: pagaban menos impuestos y podían comerciar y vender excedentes. Los habitantes eslavos, en cambio, eran sistemáticamente discriminados. Según el Sachsenspiegel, un antiguo código legal alemán, si un eslavo hablaba alemán en un tribunal, perdía el derecho a usar su lengua materna. Ya en el siglo XIV, se prohibió el sorbio en los procesos judiciales. El código incluso dictaba: “Ningún sajón aceptará una sentencia dictada por un serbio.”
3) Divisiones políticas y religiosas en la Alta y la Baja Lusacia
En 1327, el uso del idioma sorbio fue prohibido en ciudades como Altenburg, Zwickau y Leipzig. Entre 1376 y 1635, la región de Lusacia estuvo bajo el gobierno de la Casa de Luxemburgo de Bohemia, como parte de la Corona de San Wenceslao. En 1635 pasó a ser un feudo de los electores de Sajonia. Tras el Congreso de Viena, en 1815, la Baja Lusacia fue anexionada por Prusia, mientras que la Alta Lusacia permaneció bajo Sajonia. Esta división política dificultó cada vez más que los sorbios mantuvieran una identidad común, una fractura que aún resuena hoy.
La Reforma del siglo XVI marcó un punto de inflexión cultural. El énfasis de Martín Lutero en el uso de las lenguas vernáculas en el culto inspiró la primera traducción completa de la Biblia al sorbio. En 1549, Miklawš Jakubica, un pastor protestante completó esta traducción, una de las más tempranas después de la de Lutero. Su obra se convirtió en una piedra angular de la identidad cultural y lingüística sorbia.
Aun así, las divisiones religiosas y políticas acentuaron las diferencias entre la Alta Lusacia y la Baja Lusacia. Los sorbios de la Alta Lusacia permanecieron católicos y mantuvieron una mayor cercanía con el checo, mientras que los de la Baja Lusacia, mayoritariamente protestantes, usaban un dialecto más próximo al polaco.
4) Siglo XX: una época dividida para los sorbios
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, en 1912, se fundó la organización principal Domowina, destinada a proteger la lengua y las tradiciones sorbias. Tras la guerra, los sorbios intentaron —sin éxito— obtener independencia o integrarse a Checoslovaquia.
Durante el régimen nazi, el idioma sorbio fue prohibido, las escuelas cerradas y numerosos activistas y clérigos perseguidos. Uno de los mártires más recordados es Alois Andritzki, sacerdote sorbio asesinado en el campo de concentración de Dachau.
Su historia, junto con la de la comunidad sorbia y su resistencia cultural, forma parte de lo que te contamos durante nuestro freetour por el centro histórico de Dresde (Reserve aquí), donde descubrimos cómo la ciudad y su entorno guardan la memoria de este pasado compartido.
En la República Democrática Alemana (RDA), el apoyo a la minoría eslava tuvo un peso simbólico: la mayoría de los países del Bloque del Este compartían raíces eslavas, como la URSS, Polonia, Checoslovaquia o Bulgaria. Sin embargo, esta tutela simbólica no siempre se tradujo en una autonomía real plena.
Hoy, los sorbios suman alrededor de 60.000 personas y están reconocidos como una minoría nacional en Alemania. Se dividen en dos grandes grupos: los sorbios de la Alta Lusacia (Hornjo Serbja), unos 30.000 que hablan el sorbio alto, y los sorbios de la Baja Lusacia (Dolne Serby), cerca de 20.000, aunque solo entre 5.000 y 8.000 lo usan cotidianamente.
Su organización sigue siendo la Domowina, activa desde 1912. También cuentan con símbolos fuertes de identidad: la bandera sorbia (azul, roja y blanca) y su himno nacional.
5. Los letreros bilingües: símbolos vivos de identidad
Una de las primeras cosas que llaman la atención al llegar a la región de Lusacia son los carteles amarillos bilingües. En ellos, cada localidad aparece escrita en alemán y sorbio, recordando que esta tierra ha sido hogar del pueblo sorbio durante más de mil años.
Ejemplos como Bautzen / Budyšin, Lübbenau / Lubnjow o Lehde / Lědy reflejan una convivencia cultural que sobrevive al paso del tiempo.
No solo las poblaciones, sino también las instituciones oficiales muestran este respeto por la dualidad lingüística. En Potsdam, la sede del Landtag de Brandeburgo incluye la inscripción (niedersorbisch: Krajny sejm Bramborska), mientras que en Dresde, el Parlamento de Sajonia exhibe su equivalente en alto sorbio: (hornjoserbšćina: Saski krajny sejm).
Estos letreros no son simples señales: son testimonios de resistencia cultural, visibles tanto en carreteras rurales como en edificios modernos. Recordar que “Lehde” también es Lědy es reconocer que la lengua sorbia —aunque minoritaria— sigue viva, vibrante y orgullosa en el corazón de Alemania oriental.
6. Leyendas del Spreewald: el Bludnik, los Lutki y el Rey de las Serpientes
Varias leyendas y tradiciones del folclore eslavo han perdurado hasta nuestros días, especialmente en el misterioso Spreewald.
Durante un paseo en barco por los canales del río Spree, se pueden observar las casas tradicionales de techos de paja, muchas de las cuales exhiben un símbolo fascinante: dos serpientes entrelazadas con una corona.
Estas figuras representan al Rey Serpiente, el espíritu protector del hogar según la antigua tradición sorbia.
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Aunque el cristianismo asoció a las serpientes con el mal, para los antiguos eslavos simbolizaban sabiduría, protección y guía.
Cuenta la leyenda que estas criaturas mostraron a los primeros colonos los lugares seguros para construir sus casas, lejos de las zonas inundables.
Una historia muy conocida narra que un conde robó la corona dorada del Rey Serpiente mientras este jugaba en un claro del bosque.
Las serpientes lo persiguieron, pero el conde logró escapar. Desde entonces, añadió una serpiente coronada a su escudo familiar.
Otra versión habla de un misterioso forastero que ahuyentó a las serpientes con música y hechizos; en su honor, los habitantes colocaron figuras de serpientes en los techos de sus casas.
Incluso hoy, las viviendas modernas del Spreewald conservan este motivo ancestral: un testimonio vivo de una cultura que fusiona folclore, identidad y respeto por la naturaleza.
Entre las leyendas más curiosas también aparece el Błudnik, el “espíritu del pantano”.
Pequeño y travieso, engañaba a los caminantes con luces parpadeantes —lo que hoy sabemos que eran fuegos fatuos o luciérnagas—.
Junto a él vivían los Lutki, diminutos duendes domésticos que ayudaban en las tareas del hogar, siempre que se les tratara con respeto.
Estas historias, transmitidas de generación en generación, forman el alma del Spreewald:
un lugar donde el mito y la naturaleza siguen entrelazados, invitando a quien lo visita a adentrarse en un mundo donde la leyenda aún respira entre los canales y los bosques.
7. Lehde el museo de la vida sorbia

Museo al Aire Libre de la Vida Sorbia – Freilandmuseum Lehde
En el corazón del Spreewald se encuentra Lehde (Lědy), un pintoresco pueblo accesible por los canales, conocido como la “Venecia verde de Alemania”. Sus casas de madera sobre bases elevadas se alzan sobre terrenos pantanosos, una adaptación ingeniosa al entorno.
La principal atracción es el Museo al Aire Libre de la Vida Sorbia – Freilandmuseum Lehde, un conjunto de granjas, talleres y viviendas que recrean la vida rural del siglo XIX.
Allí se pueden ver techos de paja, cobertizos para botes, jardines de hierbas medicinales, cerámica sorbia, cestería y trajes tradicionales decorados con bordados finísimos que varían según la parroquia.
Visitar este museo es viajar en el tiempo y comprender cómo los sorbios mantuvieron su cultura en armonía con la naturaleza.
Durante nuestra excursión al Spreewald desde Berlín, hacemos una parada aquí para recorrer el museo y disfrutar de un paseo en barco por los canales.
Es una experiencia única donde historia, folclore y paisaje se funden en una vivencia inolvidable.
Resumen
Esperamos que te haya gustado nuestro blog sobre el origen y la historia del pueblo sorbio, una de las culturas más fascinantes y desconocidas de Alemania. Si quieres conocer más sobre sus tradiciones, su idioma y su forma de vida, te invitamos a descubrir el Spreewald, una región mágica llena de canales, naturaleza y encanto rural. Es una excursión perfecta desde Berlín, ideal para disfrutar de un día diferente navegando en las típicas balsas Spreewaldkahn, rodeado de paisajes únicos y la hospitalidad sorbia. ¡Una experiencia inolvidable a solo unas horas de la capital alemana!